Ser madre, esposa, hermana, hija,
ejecutiva…son tantos roles, pero el hecho de poder traer una nueva vida a este
mundo y tratar de lograr que logren crecer con una educación en valores
sólidos, con una moral íntegra y enseñarles que el único camino a la felicidad
es el amor a Dios, no es nada fácil.
Primero nació CS hijo, quien ahora a
sus 12 años parece hijo de europeos y para nada latino, aunque sus ancestros
son Ítalo-libaneses y CS hija, mi princesa que no puede negar de donde
viene, porque físicamente aparenta haber salido de un cuento de “las mil y una
noche”, árabe total…con unas hermosas pinceladas caribeñas.
Ellos iluminan cada día mi vida y no son
una extensión mía, ni de mi esposo, son como dice Kalil Gibran en su libro “El
Profeta”, son flechas que lanzamos al viento y no nos pertenecen a nosotros
como padres, Dios nos los prestó y le pertenecen a él y a ellos mismos.
Trasnochos, madrugadas, tareas, actividades
deportivas, musicales, danza, taekwondo, etc, hacen que mi vida como madre sea
bastante ocupada, pero es un reto…un
reto de amor y entrega, hacen parte de mí y ahora entiendo claramente lo que no podía comprender
cuando era soltera y sin hijos.
CS hijo e hija, siguen
creciendo ya sé que pronto dejarán de ser niños y lo único que espero es que
sean fieles a sí mismos, aprendan a ser solidarios y que a pesar de los errores
que por exceso de amor y no por omisión, puedo cometer como madre, quiero que
mis hijos sean libres de todo lo que los amarre a lo material y sepan que
siempre tendrán a una mujer fuerte en quien apoyarse, pero más que todo deseo decirles que hasta que Dios me de vida,
siempre seguiré siendo su madre.
Detalle del día de las madres de mis hijos. |
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